Mamá, quiero ser artista!
Apuntes sobre la situación de algunas trabajadoras en el sector de la producción de imágenes, aquí y ahora.
La representación como comunicación y como (re)producción de realidad(es)
-Es mejor que hagas unas oposiciones, nena….con lo lista que tu eres…podrías sacrate cualquier carrera…
No sé… puede que tengas vocación, pero también lo podrías hacer como hobby, no? …Tu verás lo que haces…pero te vas a morir de hambre!
Esta era (y sigue siendo), más o menos, la reacción de nuestras/os allegadas/os (especialmente si nacemos en el seno de una familia trabajadora, con una relación lejana o inexistente con cualquiera de los campos de la producción cultural) ante la respuesta a nuestro incierto futuro profesional.
Lo cierto es que, en las condiciones actuales de la producción de representación dentro del estado español, practicamente en todas sus vertientes (especialmente en las más críticas y/o menos comerciales), algunas de sus oscuras expectativas se ven cumplidas. En lo que mamá se equivocaba, sin embargo, es en pensar que la inestabilidad, la desregularización y la escasez o falta de remuneración afectarían sólo a los trabajos «creativos», «poco serios», que no tenían/tienen siquiera en muchos casos la consideración social de «empleo» y que, además, aparecían vinculados a formas de vida, cuando menos, «irregulares» y poca propicias para el ascenso social.
Aún así, nosotras perseveramos, y tras un periodo de estudios más o menos ligados a la imagen o una formación autodidacta, nos encontramos inmersas en una labor sin horarios ni reconocimiento, muchas veces sin contrato, un «trabajo» que no se considera «empleo», una especie de «voluntariado indefinido» apoyado en una dudosa y ególatra concepción del talento, del que se espera que nos cansemos más o menos pronto.
*Este texto forma parte del libro "A la deriva por los circuitos de la precariedad femenina" editado por Precarias a la Deriva (Traficantes de Sueños, Madrid, 2004).